Ira: ¿qué emoción es?
¿La ira es un sentimiento o una emoción? La ira no es un sentimiento, sino una emoción intensa y a menudo incomprendida, pero que juega un papel crucial en nuestro bienestar psicológico. Precisamente, forma parte de las emociones primarias, es decir, aquellas emociones intrínsecas a nuestra naturaleza biológica.
La ira es una respuesta natural a situaciones percibidas como amenazantes o injustas y puede servir como señal de que algo anda mal y que es necesario un cambio. Sin embargo, si no se maneja adecuadamente, puede volverse destructivo y comprometer las relaciones y la salud mental.
A través de la reflexión y el autoanálisis podemos aprender a canalizarlo de manera constructiva, transformando la ira y la insatisfacción en fuerza impulsora del cambio.
¿De dónde viene la ira?
Científicamente, hablar de «tipos de ira» puede resultar reduccionista, ya que la ira es una emoción influenciada por una amplia gama de factores psicológicos y biológicos. La ira es una emoción primordial, determinada por el instinto de defenderse para sobrevivir en el entorno en el que se encuentra.
Por tanto, podemos decir que la ira tiene una función adaptativa, mientras que es la reacción subjetiva ante la ira la que puede volverse desadaptativa.
Ira: causas psicológicas
¿Qué le sucede emocionalmente a una persona enojada? Existen numerosos motivos por los que es posible enfadarse, como percibir un obstáculo para conseguir un objetivo personal o considerar a otra persona responsable de causarnos daño.
Las percepciones de injusticia o desigualdad son otro desencadenante común, del mismo modo que sentirse tratado injustamente puede alimentar la ira.
Entre las causas psicológicas de la ira también podemos encontrar la acumulación de estrés y tensión. Vivir situaciones de estrés constante, sin los medios adecuados para afrontarlo, puede derivar en frustración y expresiones de ira más o menos intensas.
Los eventos o experiencias traumáticas pueden dejar “cicatrices emocionales”, lo que hace que sea más fácil sentir enojo en situaciones similares. La inseguridad y la baja autoestima también pueden contribuir a sentimientos internos de ira.
Del mismo modo, la falta de control sobre acontecimientos importantes de la vida puede crear una sensación de impotencia, que a menudo conduce a la ira, del mismo modo que podemos sentirnos enojados cuando no se cumplen nuestras expectativas personales o sociales.
Finalmente, los problemas de relación, como los conflictos familiares o los problemas de comunicación, pueden ser causas de enojo.
ira ¿Qué pasa cuando estamos enojados?
¿Qué le pasa al cuerpo y a la mente cuando nos enojamos?
Cuando sentimos emociones como ira (hacia nosotros mismos o hacia los demás), podemos encontrarnos generando un comportamiento agresivo como respuesta, como lanzar un puñetazo o romper un objeto.
De hecho, la ira activa el sistema nervioso simpático, liberando adrenalina y noradrenalina. Estas hormonas preparan al cuerpo para «luchar o huir» aumentando la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración.
Los músculos se tensan, las pupilas se dilatan y se puede sentir sensación de calor o sudoración. Además, el estrés crónico asociado con la ira puede contribuir a problemas cardiovasculares, trastornos digestivos y un sistema inmunológico debilitado.
A nivel psicológico, la ira se puede experimentar con diferentes señales. A menudo hay una fuerte irritabilidad, un sentimiento de injusticia o frustración. La mente puede volverse menos clara, lo que lleva a reacciones verbales impulsivas o agresivas.
Algunas personas experimentan una reducción en su capacidad de concentración. La ira no controlada, entonces, puede influir negativamente en las relaciones interpersonales y la calidad de vida, provocando aislamiento social y conflictos.
La ira en psicología
¿Por qué a menudo se considera la ira una emoción “negativa”? Algunas personas tienen dificultades para ponerse en contacto con sus emociones, reconocerlas y ponerles un nombre.
Cuando esto sucede, una de las consecuencias podría ser que una emoción sustituya a otra: la ira se convierte en una máscara para otras emociones.
que ira esconde
Si pensamos en la ira, podemos pensar en una máscara, un objeto que no nos permite ver lo que se esconde detrás. Quizás alguien haya leído en alguna parte frases como “detrás de la ira siempre hay mucho amor”, pero ¿es siempre así?
Por supuesto, es posible que haya sufrimiento escondido detrás de la ira. Así, podemos encontrarnos sintiendo ira hacia una persona o una situación sin entender el motivo, o sin encontrar estrategias para gestionarlo.
Las personas enojadas pueden quedarse atrapadas en sus patrones habituales de pensamiento y comportamiento, sintiéndose atrapadas y llegando a creer que todo el mundo las odia, que la vida es injusta y que nadie reconoce su valor.
De hecho, detrás del enfado podrían esconderse:
Depresión reactiva, a menudo resultante de la percepción de un fracaso irremediable en el objetivo, que no permite organizar nuevas soluciones.
Sentimiento de culpa, sentido cuando uno tiene la percepción de haber causado daño a alguien o de haber violado normas morales.
vergüenza, es decir, la percepción de amenaza o daño a la propia imagen pública («perder la cara», dar una mala impresión).
La culpa, la vergüenza y la depresión pueden estar relacionadas con dificultades para relacionarse con los demás. Sentirse culpable a veces puede tener un efecto paradójico: nos hace sentir aliviados cuando se convierte en una forma de recibir compasión y perdón de los demás.
Por tanto, las repetidas explosiones de ira ocultan un profundo sufrimiento interno. En muchos casos, las personas que se enojan demasiado son particularmente sensibles a las experiencias de pérdida, rechazo y abandono.
Por este motivo, cualquier mínimo signo de rechazo o desinterés por parte de una persona significativa es capaz de desencadenar un sentimiento de frustración, que se expresa con enojo y acusaciones (como es frecuente en el trastorno límite).
que ira esconde
Priscilla Du Preez – Unsplash
¿Cómo gestionar la ira y las emociones que se esconden detrás de ella?
Si lo pensamos bien, nunca es el acontecimiento en sí lo que nos enoja, sino la interpretación que damos del mismo. Quienes no pueden controlar su ira suelen leer el comportamiento de las personas de forma negativa y en ocasiones exagerada, llegando a conclusiones infundadas que confirman sus peores temores.
¿Qué hacer entonces? Practicar actividad física y técnicas de relajación como la respiración diafragmática puede ayudar a reducir la tensión y gestionar los momentos de fuerte ira. Llevar un “diario de la ira” y dedicarse a escribir también puede ayudar a aclarar nuestras emociones y cultivar nuestra inteligencia emocional.
Acudir al psicólogo, incluso utilizando apoyo psicológico online, puede ser un paso decisivo para aprender a gestionar la ira, porque puede guiarnos a través de nuestras emociones, ayudándonos a explorar la raíz de la ira. También puede guiarnos para aprender a:
No culpes a los demás: cuando decimos “Me haces enojar”, le estamos dando a la otra persona la responsabilidad de nuestro estado emocional. Es decir, pensamos que es la otra persona la que nos hace enfadar, pero en realidad somos nosotros mismos los que consideramos intolerable esa conducta.
escuchar nuestras necesidades, tratando de preguntarnos “¿Por qué siempre soy una persona enojada? ¿Qué necesidad mía creo que el otro no ha respetado?”
Utiliza la comunicación asertiva, para comunicar lo que necesitas utilizando una fórmula como: “Siento… tanto como tú… y eso me gustaría”.
Al hacerlo, no sólo expresarás al otro cómo te sientes y qué comportamiento te hace sufrir, sino que tendrás la oportunidad concreta de poder satisfacer tu necesidad.