DEPENDENCIA AFECTIVA
La dependencia afectiva es aquella condición en la que un individuo se siente totalmente dependiente de otra persona u objeto externo, sin poder prescindir de su presencia, como si este individuo y este objeto fueran una extensión de él, una parte de su cuerpo, su elemento vital. esencia.
Las dependencias emocionales se pueden crear no sólo dentro de la relación de pareja, sino también en las relaciones de amistad, con familiares, en el trabajo y respecto a objetos extraños, con la comida, el juego, las drogas, el alcohol, etc.
Parece que sólo hay una función de este elemento externo, ya sea cosa o persona; sin él/ella tenemos la percepción de que no somos nada; se convierten en nuestro aliento, nuestro apoyo, sin ellos no podemos vivir. Tenemos la sensación de que dan sentido y sentido a nuestra propia vida y al poco tiempo llegamos a cancelarnos, a borrarnos y olvidarnos de quiénes somos; vivimos sólo en función del otro.
Lo peor de todo esto es que olvidamos nuestras pasiones, descuidamos nuestros intereses, abandonamos lo que más amamos, todo por el bien de una pareja, un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, una efímera victoria en las máquinas expendedoras. , un postre extra que destroza nuestro cuerpo y nuestra apariencia.
Y cuando salimos de todo esto estamos como postrados, angustiados y nos asaltan sentimientos de culpa por haber dañado a la persona más importante de nuestras vidas: nosotros mismos. Tomamos conciencia de que hemos dañado a la persona con la que pasaremos toda nuestra existencia y a la que tendremos que cuidar como si fuera nuestro hijo: NOSOTROS, nuestra imagen, nuestro ser, nuestra personalidad e identidad aniquilados en el nombre de otra persona, a quien pusimos en el pedestal, cuando tuvimos que ponernos nosotros en ese pedestal.
Pero ¿cómo no volver a caer en este error? ¿Cómo no volver a caer en la dependencia emocional y llegar a amarnos a nosotros mismos lo suficiente e incondicionalmente? ¿Qué es imprescindible para convertirnos en nuestros propios padres y cuidar de ese niño interior que tenemos olvidado desde hace tiempo?
Básicamente hay 3 pasos que debemos seguir:
1 – CONÓCETE A TI MISMO
Sólo conociéndonos profundamente a nosotros mismos es posible aprender plenamente cuáles son nuestro potencial, nuestras fortalezas y nuestros talentos. Al conocernos a nosotros mismos, nos volvemos suficientes para nosotros mismos y ya no necesitaremos de algo o de alguien que pueda llenar el vacío que sentimos.
Tomémonos tiempo para estar solos, observémonos, exploremos, conozcámonos profundamente. Entendemos cuáles son nuestras verdaderas pasiones, en qué somos buenos y por qué estamos, en última instancia, aquí en este mundo. Sí porque no es necesario enamorarse de algo externo a nosotros para ser felices; debemos dirigir nuestro amor hacia las cosas que nos pertenecen y que realmente nos gusta hacer y que lamentablemente hemos abandonado en esas relaciones de dependencia donde hemos llegado a oscurecernos.
Dentro de nosotros vive un universo que espera ser explorado y es en la magnificencia y sabiduría que la soledad nos ofrece que podemos abrazarlo, explorarlo y conocerlo en profundidad, hasta comprender verdaderamente quiénes somos, cuáles son nuestras capacidades y capacidades. somos y qué somos capaces de hacer y lograr con la presencia o ausencia de alguien o algo a nuestro lado, ya que el tesoro más grande, inmenso e invaluable somos nosotros y desde allí entenderíamos cómo incluso solos damos fuerzas que pueden cambiarnos a nosotros mismos y el mundo.
2 – DESHÁGATE DEL MIEDO AL ABANDONO
Una constante dentro de una dinámica de dependencia emocional es el miedo al abandono, el miedo a que te abandonen en cualquier momento. ¿Cómo liberarnos de este miedo que a veces no nos deja razonar, vivir y nos deja sin aliento?
Debemos intentar construir una relación fuerte con nosotros mismos, con nuestro yo, nuestra parte más profunda y auténtica. Debemos cuidarnos, querernos, abrazarnos y querernos; Tratarnos a nosotros mismos como trataríamos a nuestra propia pareja. Tendremos que ser nuestros mejores amigos y abrazarnos y mostrarnos compasión de vez en cuando.
De esta manera y al afrontar este proceso de redescubrirnos a nosotros mismos y experimentar este creciente amor y respeto por lo que somos, se desarrollará en nosotros una seguridad que nos permitirá no abandonarnos y permanecer presentes, porque es en el momento en que somos conscientes de que no podemos, ya no abandonaremos nuestra identidad, personalidad, autenticidad, originalidad y la imagen sagrada y divina que tenemos de nosotros mismos, que ya no necesitaremos del otro como si fuera la muleta con la que nos sustentamos, sino que finalmente será suficiente para nosotros y disfrutaremos de la alegría de estar con nosotros y del bien que estamos haciendo y trayendo a nuestras vidas.