¿Qué significa ser un maniático del control?
Aquí hay algunas señales que podrían indicar que eres un maniático del control:
– Quieres que las cosas sean predecibles y tengan una rutina.
– Te sientes ansioso, estresado y molesto cuando las cosas no salen como quieres o esperas.
– Eres muy organizado y te gustan los sistemas.
– Eres un perfeccionista.
– Quieres que las cosas se hagan de una manera específica.
– Te quedas atrapado en el pensamiento de “blanco y negro”.
– Tienes tendencia a posponer las cosas.
– Sólo ves una manera correcta de hacer algo o sólo una manera de tener éxito.
– Catastrofizas o imaginas que sucederá lo peor si las cosas no salen como deseas o esperas.
– Tienes estándares extremadamente altos para ti mismo y para los demás.
– Puedes ser muy exigente y crítico.
– Preferirías hacerlo tú mismo antes que delegar.
– La gente a menudo te decepciona.
– Das consejos no solicitados porque crees que sabes lo que otras personas deberían hacer.
– Tienes problemas para relajarte.
– Odias el cambio y le temes.
Cómo dejar de ser un maniático del control
Ganar conciencia. Para comenzar, tendrás que observar tus conductas controladoras y escribirlas en una hoja de papel. Esto le ayudará a anticipar situaciones en las que es probable que surja su naturaleza controladora y planificar una respuesta alternativa.
Explora tus sentimientos. Para cambiar tus conductas controladoras, necesitarás profundizar en las causas subyacentes. Comience por preguntarse: ¿Qué miedos impulsan mi comportamiento controlador? Cuando las emociones son fuertes, pueden distorsionar nuestros pensamientos. Por lo tanto, también es importante preguntarse: ¿son estos miedos racionales o estoy catastróficamente pensando en blanco y negro (dicotómico) o incurriendo en una distorsión cognitiva?
Cuestiona el pensamiento que causa el miedo. Una vez que identifiques el pensamiento distorsionado basado en el miedo, podrás desafiarlo y reemplazarlo con pensamientos más tranquilos y funcionales. Por ejemplo, puedes desafiar un pensamiento catastrófico como: “Si no salimos a las seis, nuestras vacaciones se arruinarán por completo” preguntándote:
– ¿Qué probabilidad hay de que esto ocurra?
– ¿Qué evidencia apoya este pensamiento?
– ¿Es útil pensar así?
– ¿Me estoy centrando en lo negativo o en lo positivo?
– ¿Mis emociones nublan mis pensamientos?
Preguntas como estas pueden ayudarte a ampliar tu pensamiento y ver que salir tarde puede arruinar algunos de tus planes, pero no necesariamente arruinará todas tus vacaciones.
Acepta lo que está fuera de tu control. Racionalmente todos sabemos que sólo podemos controlarnos a nosotros mismos y, sin embargo, seguimos intentando convencer a nuestro cónyuge e hijos de hacer las cosas de la manera “correcta” o tomar las decisiones correctas. Aceptación significa que distinguimos entre lo que está bajo nuestro control y lo que no y dejamos de dar consejos no deseados y de forzar las situaciones para que sean algo que no son. En cambio, podemos rendirnos a lo que está fuera de nuestro control y permitir que las cosas sean como son sin forzarlas a cambiar por nuestra voluntad. Significa que dejamos de intentar controlar el resultado de los acontecimientos y permitimos que las personas tomen sus propias decisiones (incluso cuando no estemos de acuerdo).
Acepta la imperfección en ti mismo y en los demás. Parte de la aceptación es reconocer que ninguno de nosotros es perfecto: cometemos errores, olvidamos cosas, tomamos malas decisiones, etc. Debemos esperar y aceptar que a veces los objetivos no se logran, los planes fallan, la gente nos decepciona y ocurren accidentes. Intentar microgestionar a las personas y las situaciones no evita que este tipo de cosas sucedan. Más bien, tiende a alejar a las personas cercanas a nosotros.
Reducir el estrés y la ansiedad. La idea de detenerse en un estado de incertidumbre engloba las ideas de aceptación y entrega de una manera muy zen. Significa que puedes tolerar no saber qué va a pasar y que no estás tratando de controlarlo. Para lograr este tipo de tranquilidad, es necesario practicar la calma de la mente y el cuerpo, tal vez a través de la meditación, el ejercicio, un masaje relajante o un ritual calmante.
No todos los cambios inesperados son malos. Nuestro pensamiento catastrófico nos lleva a asumir que todo cambio inesperado es negativo, pero esto es falso. Que te llamen a una reunión con tu jefe no significa que estés en problemas; Podría ser para elogiar tu trabajo u ofrecerte una nueva oportunidad. Y si la chica que acabas de conocer cancela los planes de cenar, no significa que la relación esté condenada; Quizás tengas una cita aún mejor la próxima semana. Intente permanecer abierto a la posibilidad de que un cambio inesperado pueda ser positivo, incluso si no lo es cuando ocurre por primera vez.