La primera fase es la de NEGACIÓN Y RECHAZO. Según el estudioso, ante un dolor tan grande, la persona activa su cuerpo para negar lo sucedido y poder defenderse. Esto conduce a una ausencia de reacción por parte del sujeto.
La segunda fase descrita es la del ENOJO. En esta fase sucede que piensas que la situación que estás viviendo no es merecida. Esta presunta injusticia hace que el sujeto quiera echar la culpa a alguien, a la vida misma o a sí mismo por no haber conseguido evitarla. Por lo tanto, ya sea que el dolor se dirija interna o externamente, en esta fase provoca comportamientos de retraimiento social y soledad.
La tercera fase es la de NEGOCIACIÓN/NEGOCIACIÓN en la que se recupera la prueba de realidad negada durante la primera fase. El individuo intenta recuperar el control sobre su vida reevaluando sus recursos incluso si la pérdida aún no ha sido procesada por completo. Por tanto, los momentos de mayor bienestar pueden alternarse con momentos de profunda tristeza.
Una tristeza profunda junto con un sentimiento de gran abatimiento fueron las características principales de la cuarta fase, definida como DEPRESIÓN. En esta fase, además de la posible aparición de síntomas físicos (migraña, insomnio y/o somnolencia, aumento y/o pérdida de peso, etc.) la persona comienza a darse cuenta de la inevitabilidad de la muerte.
Luego viene la última fase, la de ACEPTACIÓN DEL DUELO, en la que regresa el interés por los demás y por nuevas metas y proyectos de vida. Se interrumpe el proceso de culpabilización y se comprende y acepta la pérdida sin olvidar a la persona desaparecida. Encuentra una manera de darle sentido al dolor y al sufrimiento que experimenta al seguir adelante con su vida.