CÓMO SUPERAR EL FINAL DE UN AMOR
El fin de un amor es un acontecimiento que siempre se vive con extrema tristeza y sufrimiento y que puede generar un gran dolor, tanto físico como mental.
Los proyectos que habíamos construido con la persona con la que estábamos ya no están, la rutina tranquilizadora que caracterizaba nuestros días desaparece de un día para otro, la cercanía, los mimos, las caricias, las risas, la voz del otro desaparecen, la mera El pensamiento de ya no poder hacer el amor con nuestra pareja o compartir diversas actividades que habían caracterizado la relación con ella nos destruye y hace correr lágrimas calientes por nuestras mejillas.
El fin de una relación es un gran cambio y como todo cambio nos trae dolor, sufrimiento, miedo y temor, como una relación trae una serie de seguridades y certezas por las cuales nos sentimos reconfortados y protegidos. Construimos una burbuja de felicidad, una zona de confort, en la que sabemos lo que pasará mañana y pasado, una rutina en la que hemos puesto a todos nosotros y donde nos sentimos protegidos, seguros y apoyados por lo que creíamos que era amor de nuestra vida. El proyecto sobre el que se estructuró la pareja se derrumba y nos encontramos con la tarea, a veces vivida con miedo y desesperación, de tener que construir una nueva identidad, un nuevo yo, que tendrá que afrontar el mundo solo, sin el apoyo del otro.
De hecho, lo que realmente nos hace sufrir es todo lo que nos dio la relación, desde la seguridad que sentíamos dentro de ella, desde el amor que nos da el otro en todas sus formas, hasta tener que abandonar esa identidad de pareja que con nuestra pareja teníamos. Había construido y estructurado y ahora construye uno nuevo.
Entonces, ¿cómo podemos superar el fin de un amor?
Básicamente, a través de tres puntos:
1 – EVITAMOS CREAR UN APEGO DEMASIADO FUERTE HACIA NUESTRA EX PAREJA
Es normal y humano no pensar inicialmente en nada más que en él/ella, los bellos y fantásticos momentos, las cenas en restaurantes, las burlas y risas, los momentos de intimidad y estrecha conexión emocional y cultural… Todo sobre él/nosotros. la extraño. Y así es: no somos máquinas que no sentimos nada y está bien que experimentemos el dolor y lo dejemos pasar.
Sin embargo, en lo que no debemos caer, y esto es una trampa muy insidiosa, es en no dejar ir al otro poco a poco. El dolor y el sufrimiento debido a su distancia pueden provocar un proceso inadecuado de procesamiento del dolor, en el que la mente se convierte en nuestro peor enemigo y comienza a revolcarse en falsas creencias, según las cuales sin esa persona ya no podemos vivir, que nuestra vida es. terminado y que sin ella ya nada tiene sentido.
Lo que corremos en este escenario es una convivencia perpetua con el dolor y el sufrimiento, un bucle eterno, un bloqueo del que ya no podremos escapar. Nos quedaremos con la idea falsa y distorsionada de que nuestra existencia sólo tiene sentido en función de la presencia del otro, ya no nos alejaremos de su figura y viviremos en un limbo, una relación falsa e ilusoria de la que ya no podremos escapar y retrasaremos considerablemente la aceptación y procesamiento de nuestro dolor.
Terminar una relación con un ser querido, no tenerlo más a nuestro lado, quedarnos con la conciencia de que ya no estará a nuestro lado claramente duele mucho, pero una vez más no debemos olvidarnos de la persona más importante de nuestro vida: nosotros mismos.
Así que démonos tiempo, perdonémonos, sintamos compasión hacia nosotros mismos y démonos la oportunidad de vivir y dejarnos atravesar por el sufrimiento que estamos viviendo, pero al mismo tiempo, en lugar de quedarnos nublados por la imagen de otro que nos ya no estar, a la continua espera de su regreso o de un amor que ya no estará, nos prestamos atención a nosotros mismos.
Recuperemos nuestras pasiones o descubramos otras nuevas, hagamos gala de nuestra creatividad, tratemos bien y mimemos, hagamos aquellas cosas que abandonamos durante nuestra relación, creemos espacios saludables donde podamos vivir nuestro dolor de manera saludable, evitemos excesos que puedan dañar nuestro cuerpo y nuestra mente, mantengámonos si es posible en contacto con la vitalidad psíquica de la naturaleza, amémonos profundamente y abracémonos.
De esta manera, el dolor será procesado, el sufrimiento aceptado y transformado en algo magnífico para nosotros, el desmoronamiento de la vieja identidad en favor de la nueva y las maravillas que ella puede traer a nuestra existencia.
2 – NO IDEALIZAMOS AL OTRO
Otra trampa que nos tiende nuestra mente es el proceso de idealizar a nuestro exnovio. En momentos de intensa melancolía y desaliento, sólo recordamos los buenos momentos, los momentos de felicidad y alegría, las risas y abrazos, las dulces palabras y mimos, los días compartidos, los paseos de la mano.
Evidentemente nuestra antigua relación también es todo esto, una serie de situaciones que nos hicieron felices y nos hicieron soñar y de las que seguro tendremos buenos recuerdos en el futuro, pero no debemos olvidar que si esta relación ha terminado es muy probable que paralelo a estos momentos de despreocupación y dicha, hubo situaciones de malestar, descontento y sufrimiento.
No ignoremos lo mal que a veces nos hacía sentir esa relación, lo mucho que a veces nos hacía sufrir, cómo había una voz dentro de nosotros que nos decía que ese no era nuestro lugar, que debíamos alejarnos de ese contexto en el que estábamos. Somos nosotros mismos y que resistimos sólo por promesas vacías, la ilusión de un futuro en el que las cosas serían mejores o el hábito protector en el que nos habíamos asentado y que no queríamos abandonar por la seguridad que nos daba. y por miedo a estar solo.
Por tanto, construyamos una imagen realista de nuestra expareja y de la relación en su conjunto, comprendamos que junto a los momentos bonitos, también hubo situaciones negativas, que llevaron al epílogo de la relación y al final nos hicieron sentir mal. nos crearon un malestar que sólo toleramos en nombre del amor y de un probable futuro color de rosa en el que todo se resolvería.
De esta manera tendremos una imagen mucho más concreta de nuestra relación, que nos permitirá procesar mejor el dolor de su fin y que no nos llevará a hundirnos en una imagen ilusoria de perfección, donde nuestra mente crea un espacio engañoso donde nuestro ex es visto como el único que podría darnos el amor que buscábamos y que fuera de él ya no encontraremos un amor tan excepcional e insuperable.
3 – VIVIMOS SÓLO EN EL PRESENTE
Nos torturamos profundamente por lo que deberíamos haber hecho, lo que deberíamos haber dicho; el sentimiento de culpa se apodera de nosotros por lo que hemos hecho y lo que hemos dicho y al mismo tiempo por lo que no hemos hecho pero que sentimos que deberíamos haber hecho o dicho. Nos arrepentimos de haber actuado de determinada manera y no podemos perdonarnos los errores que hemos cometido y los errores que hemos cometido. Por tanto, vivimos con arrepentimiento y remordimiento por no haber actuado de manera diferente y por un pasado que ya no podemos cambiar y que estamos convencidos de que, por nuestra culpa, llevó al fin de nuestra relación.
Al mismo tiempo, nos sentimos envueltos en la ansiedad por el futuro. El proyecto que habíamos construido con nuestra expareja se cae a pedazos, lo que habíamos construido juntos para un futuro juntos se desvanece en el aire, los sueños de una familia, de hijos, de viajes se derriten como nieve al sol. de eso aparece la angustia por un futuro que de ahora en adelante viviremos solos, sin el apoyo de los demás, sin su apoyo, sin su consuelo y aliento. El camino que nos espera es completamente nuevo y se presenta tortuoso, difícil, plagado de peligros y sumamente complejo para recorrerlo en solitario.
Permanecer estancados en un pasado que fue y en un futuro que debería haber sido y será, nos hará permanecer inmóviles, estáticos y estancados y sólo creará en nosotros mayor sufrimiento.
La única dimensión en la que debemos vivir es el presente, ya que es en el presente donde podemos encontrarnos; es en el aquí y ahora donde podemos explorarnos y conocernos plenamente; es en la realidad del presente donde podemos trabajar activamente en la construcción de nuestra nueva y maravillosa identidad, que traeremos y mostraremos al mundo.
Ya no es posible cambiar el pasado y debemos ser compasivos con nosotros mismos y perdonarnos por los errores y equivocaciones que hemos cometido, abrazarnos fuerte, amarnos y aprender de lo sucedido.
El futuro, sin embargo, se construirá día a día, momento a momento y entenderemos lo suficientes que somos para nosotros mismos, las cosas fantásticas que podemos lograr, la creatividad que podemos liberar y cómo crearemos este futuro en el presente, incluso sin la presencia del otro.
Explorémonos activamente, redescubramos nuestras pasiones y ya no tendremos miedo del futuro que nos espera, sino que viviremos nuestro presente con vitalidad y alegría, construyendo nuestros maravillosos proyectos personales, sin necesariamente tener que llevarlos a cabo en relación con otra persona.